Pero no solo en el campo de la física se
revela esta suerte de síntesis nuclear capaz de concentrar la totalidad en un
punto. La poesía produce, de vez en cuando, ese fenómeno, y hasta el Universo
puede llegar a concentrarse en una frase, un trazo, una melodía o una obra
teatral. Por caso, Ignacio & María,
la pieza de Nara Mansur Cao que con dirección de Corina Fiorillo e
interpretación de Violeta Zorrilla y Camilo Parodi se está ofreciendo en el
Teatro El Ópalo. Pequeña en su modesto despliegue escénico y hasta en las
dimensiones del escenario, se trata de una obra de arte total, que articula con
maestría los lenguajes dramático, poético, coreográfico, musical y visual.
No más trasponer el
zaguán de Junín 380, el estrecho y cordial foyer exhibe a un costado, como
trasto casual, un cajón con naranjas que anticipa, con la discreta astucia de
su perfume, la trama dulce y agria en la que unos personajes de ficción revelarán
sus goces y tormentos. En los que cada espectador podrá reconocer un aire de
familia.
Porque María e Ignacio
se parecen mucho a unos cuantos y, acaso, un poco a todos los que se amaron, se
separaron, se exiliaron, se añoraron, se reprocharon, se perdonaron, se
diferenciaron, se traicionaron, se ilusionaron, se desesperaron, se cayeron y
se levantaron a lo largo, a lo ancho, a lo alto y a lo hondo de América latina.
Pero a pesar de la
amplitud y complejidad de sus perfiles, los personajes no tienen la categoría
de arquetipos. Así los diseñó el texto de Mansur, así los construyó la puesta
de Fiorillo y así los encarnó cada uno de los intérpretes. Porque Zorrilla y
Parodi encontraron con naturalidad la manera de dar vida a las criaturas de
ficción con el soplo de sus propios pulmones. A Violeta/María y a
Camilo/Ignacio se les percibe el temblor, se les huele el sudor, se les adivina
el esqueleto y la intención. Cada uno es único en su singularidad intransferible.
Y sin embargo, ambos se nos parecen, como parientes cercanos.
Es que se ha logrado,
por una parte, sumar a la poética del texto y a los aciertos de la puesta, las
cualidades de dos intérpretes de exquisito potencial expresivo, no casualmente formados
junto a maestros como Alejandra Boero, Verónica Oddó y Juan Carlos Gené. Ambos
construyen la identidad dramática de sus personajes con carnalidad; hablan,
cantan, juegan y sufren con la sensación térmica de sus presencias reales ahí,
a apenas centímetros de la primera fila de butacas (imposible no evocar sus
respectivos aportes a Bodas de sangre –
un cuento para cuatro actores, una joya teatral de 2010 protagonizada por
los mencionados Gené y Oddó). Violeta Zorrilla se apropia del candor y la
sabiduría de María con terrenal franqueza. La ternura, la soledad, el nervio y
las contradicciones de Ignacio parecen no admitir otra materialización que el
cuerpo, el canto y la expresividad de Camilo Parodi. Esto es así a pesar de que
la autora no escribió este texto pensando en estos intérpretes; de hecho la
obra se estrenó en Cuba entes que en Buenos Aires y con otro elenco. Pero es en
el cuerpo de estos actores donde las ironías, el deseo y los guiños
referenciales a Koltés, al “que se vayan todos”, a las carencias durante el
“período especial” en la isla caribeña, al premio Planeta, o al “devuelvan a
los nietos” se vuelven acción y desnudan los accidentes de una geografía
latinoamericana a veces bella, a veces absurda, a veces terrible.
FICHA TÉCNICA
Obra: Ignacio & María
Autora: Nara Mansur
Elenco: Violeta Zorrilla, Camilo Parodi
Dirección: Corina Fiorillo
Sala: El Ópalo (Junín 380)
Estreno: 2015
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