jueves, 15 de septiembre de 2016

"Mi patria es el escenario" en Los 7 Locos - en Canal 7, conducido por Cristina Mucci


"Mi patria es el escenario" - Repercusiones

  
miércoles 11 de Noviembre de 2015

Admirable obra de Olga Cosentino sobre Gené

                         
Olga Cosentino, "Mi patria es el escenario. Biografía a dos voces de Juan Carlos Gené (Bs. As., Corregidor, 2015, 205 págs.).

"He descubierto en el teatro una celebración de la vida, que en él se celebra aceptando con humildad la propia muerte. El teatro es arte de la intrascendencia, porque está vivo en cuerpos humanos vivos que van a morir; y cuando eso ocurra, nada quedará de ese teatro, de ese arte que existe en los cuerpos de los artistas y en ninguna otra realidad. Oficiantes y fieles participan del recordatorio de su propia naturaleza mortal. De ese hecho misterioso que hace que una historia de millones de años haya confluido en esta hora y lugar". Esto anota con melancólica sabiduría de ecos shakespearianos Juan Carlos Gené, en un balance de su vida que inició en junio de 2000 y sólo detuvo su muerte el 31 de enero 2012. Ese inapreciable documento es el "Epílogo" que agrega un valor suplementario a este valioso libro.

Gené denuncia lo instantáneo y frágil de la obra teatral. Es Próspero en "La Tempestad", recordando que "esos actores eran sólo espíritus y se han desvanecido en el aire, al igual que la ilusoria visión que representaban los lujosos palacios, y no dejarán rastro".

Sin embargo hoy hay sobrados registros cuando se trata de una obra enjundiosa como la del actor, director, guionista, dramaturgo y maestro de actores que fue Juan Carlos Gené. Quedan sus películas, sus obras, noticias y comentarios de sus trabajos, documentos fílmicos y sonoros, y este extraordinario registro de "Biografía a dos voces" de la ensayista y crítica teatral Olga Cosentino, que hace perdurable la presencia del multifacético Gené. Ella logra que a esas dos voces se sume la íntima del lector llevado de visita a la vida de un creador.

Cuando el dramaturgo que se inició con "El herrero y el diablo" decidió que Cosentino fuera su albacea supo que ella iba a proteger ese legado, y que iba a ir más allá del mero cuidado del archivo personal que le donaba. Tres años de intensas charlas convirtieron a Olga Cosentino en compañera intelectual y cronista de Gené. Y la lleva a la inteligencia de hacer que su libro tenga diversas lecturas. Para el psicoanalista y dramaturgo Pablo Zunino, prologuista de la obra, es "un recital a cuatro manos" donde "hay tramos que dan para una novela o una obra de teatro; su salida rocambolesca en medio de la dictadura tiene una fuga que parece para una película de Fellini; su paso por la función pública en Canal 7 en los años 70, la locura de un film de Tarantino".

El lector encuentra la historia chica junto a la gran historia, los inmigrantes, los progresos sociales, los cambios ideológicos, los enfrentamientos, sus colegas y amigos que hoy son miembros indiscutidos del canon teatral nacional, y los hitos indiscutibles del pasado reciente, con Perón como centro. Uno sabe también cómo alguien llega a considerar que su patria es el escenario. Verónica Oddó, su pareja en los últimos 30 años de su vida, dice: "la realidad para Juan es el escenario. Encontró que para él es mucho mejor vivir el escenario que vivir la vida, y se arregló para que así fuera".

Y leyendo sobre la inicial vocación religiosa de Gené, se puede sospechar que descubrió en el teatro un rito que a la vez que se repite es siempre diferente. Que es una celebración. Que en el escenario se está fuera del tiempo, que lleva a la Tebas de Edipo, a la Roma de César o a un suburbio porteño. Que el escenario no pertenece a ningún territorio, que recién cuando lo pisa un actor se sabe si es Tebas, Roma o Buenos Aires, y después cambia, y no deja de cambiar. Es un territorio fuera del territorio, de cualquier territorio, por eso quienes lo habitan momentáneamente son expatriados, seres de un mundo paralelo, del más puro y amplio mundo donde la patria es el escenario. Ese es el lugar que elegía Gené para desplegar sus talentos y que revela el admirable libro de Olga Cosentino.

M.S.


Escribió Hugo Beccacece sobre "Mi patria es el escenario"

Conmovedor homenaje a Juan Carlos Gené

PARA LA NACION, Suplemento Ideas
Domingo 08 de noviembre de 2015
    
Fue un homenaje conmovedor y, a la vez, una conversación a varias voces que se convirtió casi en una obra teatral. El martes pasado, la presentación de Mi patria es el escenario (Corregidor), la biografía de Juan Carlos Gené, de la crítica y escritora Olga Cosentino, convocó a un público entusiasta y muy numeroso en una de las salas del Centro Kirchner. El moderador del acto fue Pablo Zunino, el autor, director y actor de El doctor Lacan. Hablaron Cosentino, Verónica Oddó, musa y compañera de Gené durante más de tres décadas, y Pepe Soriano, uno de los actores más queridos por aquél. Milagros Plaza Díaz leyó textos del autor evocado y María Millán, hija de Olga, se ocupó con su guitarra de la música de escena. Hernán Gené (también actor), hijo de Juan Carlos, envió un video desde Madrid en el que trazó un perfil muy agudo de éste. Nunca lo molestó, dijo, la fama de su padre, pero desde chico comprendió que, si quería estar cerca de él, la única manera de lograrlo era interesarse en el teatro.
Uno de los momentos más intensos de la reunión (y los hubo muchos) fue cuando Soriano pasó de contar una anécdota personal a interpretar, sin aviso, un pasaje de El inglés, la pieza de Gené estrenada por Pepe en 1974, que fue uno de los grandes éxitos de ambos. La transformación ante el público tuvo algo de prodigio.
Olga Cosentino contó que durante muchos años Gené y ella habían mantenido diálogos que excedían los de un artista y una crítica especializada. Se habían hecho muy amigos. Por eso, ella le propuso que tuvieran una serie de conversaciones que habrían de convertirse en el registro de una vida: "Yo sentía que todo lo que él me comentaba no debía perderse. Juan Carlos era un intelectual. Bastaba ver su biblioteca. Había obras de historia argentina y latinoamericana, de literatura, de filosofía. En los tres primeros capítulos de este libro, me ocupé de la niñez y la adolescencia de Gené, hablamos de su familia nada convencional. Tenía un bisabuelo catalán que, llegado a Buenos Aires, abrió un negocio de calzado en lo que es hoy la Plaza de Mayo. La zapatería se llamaba La Bota Verde y la enseña del local era ¡una bota roja!".
Todos los panelistas coincidieron en destacar el carácter religioso que el teatro tenía para Gené. En las charlas con Cosentino, él recordó varias veces que, de chico, había tenido una inclinación mística y el proyecto de tomar los hábitos. Los padres de Gené lo persuadieron de tomar un camino que contradecía otras facetas del muchacho. El teatro reemplazó a Dios.
Gené legó su archivo a Olga Cosentino. Sobre esa base y las grabaciones que habían hecho, ella escribió un notable documento. El epílogo no es de Olga, sino de Juan Carlos. Ese epílogo no estaba pensado para la biografía. Ella encontró el texto en el archivo de su amigo. Nada indicaba que él deseara hacerlo público, tampoco que lo impidiera. Pero si alguien escribe, razonó Olga, lo hace para otros. Por eso, resolvió concluir la biografía con esas páginas en las que Gené, durante una década, hizo un balance de su existencia. La primera entrada es del 3 de junio de 2000; la ultima, del 9 de noviembre de 2011, ochenta y tres días antes de su muerte. Para él, la verdadera realidad, según sus propias palabras, era el teatro. En esa última confesión, larga en el tiempo, concisa en la cantidad de palabras, Gené reflexiona sobre el deterioro, la muerte, el suicidio y la religión. Estaba en el último acto, el quinto de la tragedia clásica y debía enfrentar el problema teatral por excelencia: la salida del escenario, la patria donde había transcurrido su vida.