"Por cada armenio masacrado, una canción; porque la canción es el idioma del armenio...", entona con desafiante convicción Kalusd Jensezian, en el papel protagónico de Nomeolvido, la obra poético teatral concebida y dirigida por Herminia Jensezian, que cuenta con la deslumbrante participación del bailarín y actor Vahram Ambartsoumian y que puede verse los sábados a las 18 en el Teatro Tadrón.
En el año del centenario del genocidio que en 1915 perpetró el Estado turco contra un millón y medio de armenios, este espectáculo es una metáfora que no necesita reiterar un relato histórico suficientemente conocido aunque deliberadamente silenciado. La palabra poética de distintos autores armenios en boca del actor y la expresiva coreografía a cargo de quien es actualmente primer bailarín del Teatro Colón bastan para condensar la fuerza de un reclamo ante el crimen que, como todos los de lesa humanidad, sigue cometiéndose, una y otra vez, cada día que pasa sin ser reconocido por los culpables, sin que los mismos sean juzgados y condenados y sin que las víctimas sean resarcidas. Claro que la vigorosa interpretación de Jensezian y Ambartsoumian se inscribe, con el rigor de una partitura, sobre la trama musical que articula fragmentos de distintos compositores armenios y con la atmósfera que crean esas sonoridades y el impecable diseño lumínico de Herminia Jensezian.
Hablada y cantada en idioma armenio (que esta cronista no comprende), la obra podría prescindir de la traducción castellana proyectada sobre una de las paredes de la sala sin que se debilitara la potencia dramática y los contenidos esenciales que comunica. Con sobrios recursos escénicos (ropas vacías de los cuerpos que las habitaron, cartas y fotografías amarillentas, hojas sueltas de periódicos) queda expuesta la tragedia que corporizan dos intérpretes innegablemente consustanciados con lo que enuncian.
La sobria desnudez elegida por la dirección escénica como registro estético no sólo refuerza cada una de las referencias históricas aludidas sino que produce un efecto multiplicador de significados. Nomeolvido expresa la promesa de mantener viva la memoria de todos los muertos, desplazados y desarraigados por los actos de barbarie asesina consumados por el poder. Así, en los escasos cuarenta y cinco minutos que dura el espectáculo, es posible descubrir, sin necesidad de alusiones explícitas, que hay una conexión directa que vincula todas las violencias genocidas independientemente de su geografía y de su tiempo. Es que en la voz de Kalusd Jensezian y en el cuerpo de Vahram Ambartsoumian cantan también los pueblos originarios de América, cantan los millones de judíos de la Shoá, los palestinos masacrados y expulsados de su tierra por Israel, los desaparecidos por las dictaduras cívicomilitares de los 70 en América latina, los 43 de Ayotzinapa, los náufragos y desplazados por guerras y hambrunas que escapan desde Siria, desde África y desde cualquier lugar del mundo donde la codicia y la prepotencia de unos pocos resuelve aniquilar mayorías que incomodan sus intereses. Y ese canto es la garantía de supervivencia de los pueblos porque contiene su identidad. Basta con un sobreviviente que lo cante para que la memoria de los muertos vuelva a martillar las conciencias de los verdugos. Así, hasta la verdad y la justicia. Lo anuncia el personaje de Nomeolvido:
"Esta es la canción de mi papá. La cantaba cuando lo llevaban en las caravanas de la deportación..., la siguió cantando después también... Un día le pregunté: ¿Papá, por qué cantas esa canción tan triste? El me respondió con un suspiro profundo: no te preocupes, hijo; todo pasa..., lo más importante sos vos... Luego de la cosecha las espigas desaparecen, y lo que queda es el trigo. Ahí me dí cuenta de que mi papá era la espiga y yo el trigo. Y canté, canté la canción de mi papá..., la canté fuera de mi tierra, en el exilio. Ahora sé que yo soy la espiga, y el trigo, mi descendencia".
Ficha técnica
NOMEOLVIDO
Intérpretes: Kalusd Jensezian y Vahram Ambartsoumian
Textos: autores armenios versionados por Kalusd Jensezian
Selección musical: Vahram Ambartsoumian
Edición musical: Juan Manuel Bevacqua
Voz: Edgardo Kevorkian
Coreografía: Vahram Ambartsoumian
Iluminación y puesta en escena: Herminia Jensezian
Sala: Teatro Tadrón, Niceto Vega y Armenia, sábados a las 18.
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