Seis postales de la cultura y la idiosincrasia cubanas, registradas en mi reciente visita a la isla como integrante del Jurado del Premio Literario 2018, en la categoría Teatro, que otorga Casa de las Américas.
La distinción, sin duda la más prestigiosa de la región, galardonó esta vez al argentino Fernando Crespi por su obra Paraje Luna. Pero el encuentro me sirvió para redescubrir, confirmar y compartir
una realidad que no se agota en la lectura de los textos concursantes.
Pergamino suma un nuevo pergamino. A la lista de sus hijos ilustres encabezada
sin duda por el cantor, músico y poeta mayor don Atahualpa Yupanqui--, se
agrega ahora Fernando Crespi, ganador del Premio Literario/Teatro 2018 de Casa
de las Américas (La Habana, Cuba) por su obra Paraje Luna. Se trata de un texto que revela no solo a un artista
inspirado en la elección del tema, a un autor que domina el desarrollo de la
peripecia y los mecanismos del lenguaje. Es una pieza impecable en su
estructura, que avanza a través de situaciones y personajes tan delirantes como
reconocibles, que articula humor y tragedia, y cuyo aparente localismo (la
cíclica fatalidad de sequías e inundaciones en zonas agrícolas), es referente
de múltiples y universales significados. En los que, como enuncian los
considerandos del Jurado, “confrontan la ruralidad y lo urbano, el saber y el
prejuicio, la tragedia y el ridículo, la pequeñez de la criatura humana y la
desmesura de sus sueños”.
La mayor institución cultural cubana
premió a Fernando Crespi y enorgulleció sin duda a los pergaminenses. Pero
además, tengo la percepción de haber sido premiada cuando se me convocó para
integrar el Jurado de Teatro junto a María Teresa Zúñiga (Perú), Charo Francés
(España-Ecuador), Diego Sánchez (Colombia) y Alexis Díaz (Cuba). Se me premió con
la oportunidad de asomarme a la diversidad creadora del continente y a la
vitalidad cultural y social de Cuba, tan opacada, negada y distorsionada por los
medios informativos dominantes. Por eso, lo que vi, leí y viví fue mucho más
que las cuarenta y cuatro piezas de dramaturgos cubanos, argentinos, mexicanos,
salvadoreños, panameños, colombianos, dominicanos, guatemaltecos, peruanos,
venezolanos, portorriqueños y chilenos que concursaron. Y por eso quiero
contarlo.
Cuando
abrí mi correo y encontré la invitación a formar parte del Jurado del Premio
Literario Casa de las Américas 2018, tuve un vago presentimiento, algo así como
un indicio de que esta vez la experiencia de estar en Cuba sería distinta.
Había recorrido varias veces la isla intentando
encontrar (y lográndolo) lo que omiten o desfiguran los medios masivos o las
guías turísticas respectivamente. Hasta terminé internándome (metafórica y
literalmente) en su sistema de salud, en las dos ocasiones en que, en el CIREN
(Centro Internacional de Restauración Neuromotriz), con sede en La Habana, recibí
eficaces tratamientos de alivio a la Esclerosis Lateral Amiotrófica que me
aqueja desde hace algunos años. Reitero, entonces, que conocía Cuba. O creía
conocerla.
Sin
embargo, ahora la cosa pintaba diferente. Empezando porque haber sido convocada
por esa Casa de renombre mundial era en sí mismo un honor, un
regalo de la vida que no estaba segura de merecer. Al menos, sentía el desafío de estar a la
altura de los antecedentes de un premio literario diseñado en su origen nada
menos que por Alejo Carpentier. Un galardón que recibieron Julio
Cortázar, Abelardo Castillo, Eduardo Galeano, Ricardo Piglia, Andrés Lizarraga,
Juan Gelman, Ezequiel Martínez Estrada, Osvaldo Dragún, Noé Jitrik, David
Viñas, Enrique Buenaventura, Virgilio Piñera, Antonio Skármeta, Haroldo Conti,
Atilio Borón o Idea Vilariño entre otros nombres de pareja estatura literaria.
El edificio de Casa de las Américas, en La Habana, Cuba. |
Un lauro
que, por si le faltaran antecedentes ilustres, contó con jurados como Atahualpa
Del Cioppo, Paco Urondo, Carlos Monsiváis, Ernesto Cardenal, Haroldo Conti,
José María Arguedas, José Saramago, Horacio Verbitsky, Emir Sader, Fernando
Martínez Heredia, Augusto Monterroso, Nicanor Parra, José Lezama Lima, Mario
Benedetti, Juan Carlos Onetti, Rodolfo Walsh, María Seoane o quien hoy preside la
institución, Roberto Fernández Retamar.
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